Escultura
La producción de Byron Gálvez en tercera dimensión posee una serie de elementos que la definen y distinguen dentro del panorama de la escultura mexicana actual. Heredero del desarrollo completo del arte mexicano en tercera dimensión y de su pasión por los grandes escultores del pasado de Europa y Mesoamérica, así como por los ejemplos mas sobresalientes de nuestro siglo como Moore o Brancusi, Byron se inicia en la escultura creando murales.
La producción de Byron Gálvez surge de la necesidad personal de expresarse básicamente en metal y como parte de una tradición a la que, además, transfigura hace crecer en su ámbito moderno.
Su creación escultórica es de las primeras expresiones figurativa y geometrizante de manera simultanea que aparecen en el panorama de las artes plásticas del México moderno. El hecho de que no se le conozca a fondo obedece a que Byron Gálvez se ha dedicado mas a la pintura y a la gráfica. Pero esto no demerita ni su calidad, ni su fuerza ni el peso de su expresión.
Fue temprano en su carrera que Byron formo parte integral de la creación del Taller de Escultura en Metal de San Carlos, junto con otros estudiantes tales como Armando Ortega y Baltazar Martínez.
De esta manera, Byron Gálvez participo en proyectos tales como el que se planteo durante la construcción del Sistema de Transporte Colectivo – el Metro– a finales de la década de los años sesentas.
Las primeras obras escultóricas de Byron Gálvez estaban cargadas de una fuerte influencia precisamente del arte de Manuel Felguérez, lo cual es evidente si comparamos el mural de Felguérez en el Cine Diana y el mural-vitral de Byron realizado en 1967 y que actualmente esta en el jardín de su estudio en Mixquiahuala.
En este vitral hay un tratamiento de los elementos geométricos que sera decisivo en su producción pictórica posterior, una de cuyas características mas notables es su carácter tridimensional. En lo escultórico, Byron e ha expresado principalmente en metal y bronce y aunque siente una pasión especial por el trabajo en piedra lo ha realizado en menor medida pues lo considera un lujo.
Años después, cuando Byron Gálvez empezó a viajar internacionalmente de manera frecuente, pudo ver las obras de Henry Moore y de Chillida con una mirada mucho mas madura. Y cuando visito Stonhenge viendo esos llanos vacos habitados por los dólmenes se dio cuenta del sentido sagrado de la escultura y vibro y lloro ante las piedras milenarias. Se percato de que estar allí era estar en comunicación directa con la espiritualidad profunda del arte primigenio.
La producción escultórica de Byron Gálvez empezó, como señale lineas atrás, con proyectos de murales y bronces de formas orgánicas. Pasado el tiempo, su creación en tercera dimensión esta constituida por personajes fragmentados, característicos de su periodo pictórico mas prolífico.
Me refiero a esos personajes femeninos que flotan en el aire con un carácter hierático, la mirada fija en el espectador, los muslos sensuales, un brazo mutilado o flotante que se apoya en la base de la escultura y el otro en alto, con los dedos de la mano izquierda abiertos, transmitiendo una suerte de admonición religiosa.
Para mi estas obras son prodigios figurativos del metal. Y lo mismo ocurre con piezas como la bailarina o el pensador. Existe en todas ellas una modernidad cargada de la mas pura antigüedad. La mesoaméricana y la centroeuropea.
Es decir que la mayoría de sus esculturas pueden ser vistas conceptualmente como hechos sincréticos. Cargadas de movimiento y de ritmo, de erotismo y potencia, las esculturas de Byron Gálvez nos hacen recordar la función sagrada del arte en tercera dimensión y se constituyen un milagro del bronce.
Tras haberse dado cuenta de que su primer periodo abstracto en el ámbito de la bidimensionalidad había dado lo suficiente de si, Byron Gálvez volvió –como he escrito algunos párrafos átras– a la escultura y desde ese momento su producción en tercera dimensión es una suerte de traslación de sus personajes pictóricos y, por consiguiente, de aquellos que se mueven y habitan y actúan dentro de su obra gráfica.
Porque la escultura es una disciplina que domina y en la cual ha logrado una originalidad incomparable y porque en ella, en este periodo, empezó a encontrar un tipo diferente de ideas, de soluciones formales, de procesos constructivos. El barro, el repujado, la soldadura le brindaron frescura y perspectivas diferentes para abordar el hecho creativo.
Cada una de sus esculturas era la semilla de un oleo o de un grabado y viceversa. Esto significa, desde mi perspectiva, que la retroalimentación de las distintas técnicas es un hecho fundamental en la creación completa de este autor.